Es el comentario atribuido al entrenadopr del equipo de futbol de la Real Sociedad, aparecido en prensa al día siguiente de empatar el partido contra el Salamanca. Es interesante porque varios días antes también señalaba que “la cuestión es gestionar la ansiedad”. Anteriormente hemos señalado que la ansiedad es tiene unas causas, es decir, se produce por uno o varios motivos y, mientras no analicemos y abordemos estas causas que la generan, difícilmente la podremos gestionar.
Estuve en el campo viendo ese partido y se podría decir que la presión exógena brotaba de todos los lados: la prensa había comentado la “necesidad de ganar el partido”, los técnicos señalaban que “lo único que importaba era ganar”, los jugadores “ganar sí o sí”, los espectadores “hay que ganar como sea” e incluso por la megafonía del campo, en el descanso del partido, se escuchaba: “hay que ganar este partido”. Y ya sabemos que la presión exógena es el mejor aliado de la ansiedad.
Lo que ocurre es que, ante semejante marea de ansiedad, los jugadores pueden perder la noción del juego, del ritmo del partido, de la táctica, la precisión en el pase, se precipiten en sus acciones, se comporten reactivamente, transmitan una sensación de mediocridad y, a veces, cuando se encuentran delante del portero no vean ni la portería. Esto es parte de lo que ocurrió en el campo.
La conclusión para los espectadores es que los jugadores son malos, que no le dan a una piedra, que son unos mantas, etc.., cuando en realidad lo que ha sucedido es algo tan normal como que la marea de la ansiedad ha “tapado” su capacidad y su talento. Por eso, la cuestión es abordar las causas que la producen porque, cuando se está continuamente incrementando el efecto (aumentando el nivel de ansiedad) de carácter exógeno, llega un momento en el que se convierte en un “tsunami” que arrasa con todo, incluida la motivación, la voluntad, la calidad y el esfuerzo de los jugadores.