El final del campeonato de Fórmula 1 nos ha permitido recordar lo que representa tener la suerte necesaria para ganar y proclamarse campeón del mundo. Y no es lo mismo tenerla que ganar de “txiripa”, es decir, de suerte. En el caso del piloto inglés Hamilton, a la postre campeón del mundo, hablaremos de la primera, de aquellos hechos inciertos y aleatorios que suceden a favor. La decisión del equipo en el primer repostaje, dando prioridad a su compañero Kovalainen, le hacen perder varias posiciones que posteriormente las recupera., y sólo con mantener la quinta posición le sirve para ganar el campeonato. Sin embargo, tiene que volver a entrar en boxes para cambiar de neumáticos como casi todos los pilotos. Al retornar a la pista se mantiene en la 5ª posición, o sea, lo que necesita para quedarse campeón, pero comete un error de conducción y se ve superado por otro piloto que le relega a la sexta posición. En ese momento tiene perdido el campeonato y aquí aparece la suerte necesaria, convertida en unas pocas gotas de agua que le permiten adelantar a un piloto con neumátios de seco en la última curva, T. Glok, finalizando en 5º lugar y proclamarse campeón del mundo de F-1. Es decir, ese acontecimiento incierto y aleatorio juega a favor del piloto inglés y al mismo tiempo en contra del brasileño Massa, lo que le permite proclamarse flamante campeón. A esto se refiere lo de “tener la suerte necesaria para ganar”. Los dos pilotos habían hecho las tareas que dependían de ellos, pero sólo a uno de ellos le favorecía que aparecia la lluvia ligera en ese momento.