domingo, 29 de junio de 2008

amenaza o desafío

En esta ambivalencia parece ser que se movió el aspecto mental del jugador de futbol Cesc Fábregas, a la hora de lanzar su penalti contra Italia, para acceder a las semifinales,  en este Cto de Europa. Como él mismo señalaba (Diario Vasco 24/06/08), “la vida te da una oportunidad y yo sabía que lo marcaría”. Se pudo observar que el jugador rebajó tensión a través de varias respiraciones profundas y, aunque en su equipo no es el encargado de lanzarlos, asumió la responsabilidad de lanzar el último, que a la postre fue el decisivo. Utilizó la respiración, el autodiálogo centrado en sí mismo y en la responsabilidad, la confianza  de rendir bajo presión, pero sobre todo, supo afrontarlo como un reto personal, como una oportunidad de ponerse a prueba y demostrarse a sí mismo que era capaz de hacerlo, a pesar de que era el primer penalti que lanzaba desde los 15.  Curiosamente, cuando utilizas este estilo de afrontamiento, lo demás no existe.



viernes, 13 de junio de 2008

cuando la presión se convierte en motivación

Leo estos días acerca del último partido de futbol que tienen que disputar el Sporting de Gijón, el Málaga y la Real Sociedad, en el que se juegan dos puestos de ascenso, y no dejan de sorprenderme algunas de las valoraciones que se están haciendo: Que si los jugadores del Málaga están nerviosos e inquietos, que en Gijon están preocupados por la visita del Eibar, que tienen miedo a perder etc., etc… Quizás sean pensamientos que a los seguidores de la Real les gustaría que los tuvieran los jugadores de los otros equipos.



A nada que reflexionen un poco los jugadores de los dos primeros equipos señalados, se preguntarán si prefieren estar con posibilidades de depender de ellos mismos para ascender, lo que genera presión, o como la Real Sociedad, que depende de los resultados de los otros equipos, lo que a priori parece que se tiene menos presión y más tranquilidad. Pero en realidad, la aparente baja presión por ganar, al depender de otros resultados, sólo le puede acompañar una falsa tranquilidad .



La presión asociada al aumento de posibilidades por obtener un objetivo siempre es deseable y bienvenida y, en este sentido, los equipos señalados sólo tienen que conseguir el resultado que obtenga la Real Sociedad para alcanzar su objetivo. Que todavía no se haga esta reflexión supone que se está lejos de entender los procesos inmersos en el alto rendimiento deportivo y, por eso, esperamos que no la hagan, que gestionen mal la ansiedad, que la consideren negativamente y que obtengan peor resultado que la Real Sociedad: esta posibilidad también existe.



miércoles, 4 de junio de 2008

la obligación de ganar: un buen ejemplo de autotrampa motivacional

En numerosas ocasiones he observado a deportistas y entrenadores  automotivarse utilizando para ello la presión exógena, centrando su atención e importancia en el resultado, sin caer en la cuenta de que, cuando haces esto de forma prioritaria,  se pierde la perspectiva de la tarea que se debe realizar para alcanzar el objetivo que se busca. A esto es  a lo que denomino “autotrampa motivacional” porque los deportistas, inconscientemente, cambian su orientación motivacional personal y pasan de estar orientados hacia  la tarea a centrarse en el resultado. Cuando ni siquiera sabes que esto está sucediendo, difícilmente se puede poner remedio a los efectos que produce, como son el aumento de la ansiedad, la inestabilidad de la confianza o la pérdida de atención de las situaciones de juego durante las fases críticas de la competición, entre otras.  De ahí la importancia de conocer el funcionamiento de los procesos motivacionales, sobre todo, desde la perspectiva de metas de logro.



martes, 3 de junio de 2008

la ansiedad nos jugó una mala pasada

Es el comentario atribuido al entrenadopr  del equipo de futbol de la Real  Sociedad, aparecido en prensa al día siguiente de empatar el partido contra el Salamanca. Es interesante porque varios días antes también señalaba que “la cuestión es gestionar la ansiedad”. Anteriormente hemos señalado que la ansiedad es tiene unas causas, es decir, se produce por uno o varios motivos y, mientras no analicemos y abordemos  estas causas  que la generan, difícilmente la podremos gestionar.



Estuve en el campo viendo ese partido y se podría decir que la presión exógena brotaba de todos los lados: la prensa había comentado la “necesidad de ganar el partido”, los técnicos señalaban que “lo único que importaba era ganar”, los jugadores “ganar sí o sí”, los espectadores “hay que ganar como sea” e incluso por la megafonía del campo, en el descanso del partido, se escuchaba: “hay que ganar este partido”.  Y ya sabemos que la presión exógena es el mejor aliado de la ansiedad.



Lo que ocurre es que, ante semejante marea de ansiedad,  los jugadores pueden perder la noción del juego, del ritmo del partido, de la táctica, la precisión en el pase, se precipiten en sus acciones, se comporten reactivamente, transmitan una sensación de mediocridad y, a veces, cuando se encuentran delante del portero no vean ni la portería. Esto es parte de lo que ocurrió en el campo.
La conclusión para los espectadores es que los jugadores son malos, que no le dan a una piedra, que son unos mantas, etc.., cuando en realidad lo que ha sucedido es algo tan normal como que la marea de la ansiedad ha “tapado” su capacidad y su talento. Por eso, la cuestión es  abordar las causas que la producen porque, cuando se está continuamente incrementando el efecto (aumentando el nivel de ansiedad) de carácter exógeno, llega un momento en el que se convierte en un “tsunami”  que arrasa con todo, incluida la motivación, la voluntad, la calidad y el esfuerzo de los jugadores.