miércoles, 14 de mayo de 2008

“estaba sin confianza”

Es el comentario más generalizado que se escuchó en las declaraciones de los pelotaris que han quedado eliminados en cuartos de final del campeonato. Es curioso que coincidan en esto y, sobre todo, que hayan reconocido salir a disputar el partido “faltos de confianza”, transmitiendo una gran sensación de impotencia, como si nada hubieran podido hacer para recuperarla. Es cierto que una de las formas de conseguir confianza es ganando partidos; otra, estar en un excelente estado de forma, pero también es importante destacar que estos excelentes pelotaris han permitido, erróneamente, que su confianza descienda, bien porque últimamente no estaban jugando adecuadamente o bien porque estaban mermados en su estado de forma. Lo que ocurre es que confundir el estado de forma con el nivel de confianza no es lo más conveniente en estos casos, sobre todo cuando uno se encuentra ligeramente mermado de su potencial. Y creo que esto es lo que ha ocurrido, en unos casos se ha asociado la confianza a no encontrarse a gusto en la cancha y en otros al estado de forma del pelotari. También podría haber sido de otra manera, como nos dice el conocimiento científico: la confianza es un proceso interno que depende de la capacidad de autoconvicción de los deportistas, independientemente del resto de los aspectos señalados, como la experiencia competitiva nos lo ha demostrado en numerosas ocasiones.