lunes, 14 de enero de 2008
la pasión no teme al peligro ni al esfuerzo
Junto a la noticia de la muerte del legendario Edmund Hillary, el alpinista que coronó por primera vez el Everest (EL MUNDO 11/01/08), he leido algunas las declaraciones que realizó en una entrevista bajo este enunciado.
Destacar la fuerza que tiene la pasión en la orientación y persistencia de la conducta en los seres humanos no es nuevo pero, desde un punto de vista deportivo y relacionado con los procesos de tecnificación de jugadores convendría tenerlo en cuenta.
Continuamente escucho en mi entorno comentarios acerca del déficit productivo que se produce en Zubieta, centro de tecnificación de la Real Sociedad, achacable a una especialización tardía o a una formación polideportiva excesiva, es decir, balones fuera. Sin embargo, nada he oído decir del proceso formativo o del impacto que produce en los jóvenes talentosos el clima motivacional de su entorno.
Para alcanzar metas extraordinarias, y de eso va el artículo señalado, es necesario cultivar la pasión y la responsabilidad que son dos ingredientes muy importantes de la motivación. Esto permitirá asumir situaciones de riesgo con determinación y sin miedo, implicarse con el máximo esfuerzo y perseverar en la mejora, a pesar de frustraciones y dificultades máximas que pudieran presentarse. Pero, para ello, habrá que reforzarlas y alimentarlas a lo largo del camino que tiene que recorrer un joven talentoso en la búsqueda de la excelencia deportiva.