Repasando las noticias de los periódicos durante esta semana me llamó la atención un comentario de un entrenador al que se le había ocurrido utilizar videos para preparar el partido - ”parece que estos videos funcionan”.Eran secuencias de películas especiales. Gran parte del positivo resultado conseguido lo atribuía al hecho de visionar las imágenes señaladas. O sea que, la decisión que toma se basa en “a ver si funciona”, en el desconocimiento de las posibles asociaciones que se puedan establecerse entre lo visionado y la visualización, necesarias para afrontar una competición de forma adecuada, ya que incluso puede que las confundan y, como consecuencia de todo ello, al conseguir un resultado positivo, surge la gran conclusión: parece que estos videos funcionan fenomenalmente para la motivación. En realidad, ¿podria explicar lo que ha hecho, más allá de comentar que “les he puesto el video de rambo”? Es un buen ejemplo que nos indica la manera en que se toman muchas decisiones orientadas al afrontamiento competitivo, carentes de argumentos, de criterios científicos, encomendándose al azar y experimentando con la ruleta de la suerte, por si toca.