Mientras escribía la entrada de ayer sobre el conocimiento científico, me acordé de una experiencia que tuve hace unos años, relacionada con este tema. “Expertos preparadores teóricos” comentaban que mi sistema de preparación de deportistas estaba un poco anticuado, en cuanto a la visión y los modelos de preparación que utilizaba, basados en el conocimiento de los años 70, argumentando que alguno de los instrumentos que manejaba estaban un poco caducos.
En parte tenían razón porque, a veces, el desarrollo tecnológico posibilita formas de registrar datos más eficientes, pero eso no anula la validez teórica del modelo que se aplica. Pondré un ejemplo: En la antigüedad ya se utilizaba la rueda para trasladar grandes objetos, cosas pesadas o para desplazarse más rápidamente; actualmente el patfhinder, vehículo lunar, utiliza ruedas para desplazarse en la luna. Es evidente que, desde un punto de vista tecnológico, no son comparables ambos tipos de rueda, ahora bien, el fundamento teórico sobre el que se sustenta su aplicación sigue siendo el mismo.
Creo que es una sencilla manera de comprender que las relaciones entre el conocimiento científico y el desarrollo tecnológico pueden ser complementarias, pero que son dos cosas completamente diferentes. Pensar que el desarrollo tecnológico puede anular la validez científica de herramientas basadas en dicho conocimiento, supone no entender la relación entre ciencia y tecnología, cuestión trascendental para la preparación de deportistas que deseen alcanzar la excelencia deportiva.