En
un artículo publicado por el diario El Mundo (C. Fernández del Ganso,
17/06/14), se señalaba que la capacidad mental de la selección española se
encuentra intacta; si no hay deterioro mental, lo que está en juego es una
decisión. Y la decisión es inconsciente, es decir, intervienen en su toma una
triple articulación de mecanismos: psíquico-sociales, político-económicos e
histórico-deportivos. Lo determinante es como utilizamos la derrota, que
hacemos. Nos levantamos y jugamos al fútbol más allá del resultado o nos vamos
de vacaciones.
A mi modo de ver, la capacidad mental puede estar intacta, pero lo importantes es que
funcione con una alta intensidad, que sea capaz de generar energía
mental para poder competir con eficiencia y determinación. Además, la toma de
decisiones, al contrario de lo que se señala, puede ser consciente y deliberada; precisamente se trata de hacer una rápida transición de la decisión deseada a la decisión
requerida, y esto es consciente y entrenable.
También hay que considera las diferencias que existen entre jugar a
fútbol y competir en fútbol, cuestión que se encuentra relacionada con
las capacidades mentales: el compromiso, la gestión de los recursos, la
intensidad de las acciones, la asertividad y la tolerancia a la adversidad,
deberán estar sustentadas por un adecuado trabajo mental. O dicho de otra manera, tendrán que utilizar su capacidad mental al máximo para alcanzar un rendimiento elevado durante los dos próximos partidos.