En un artículo publicado en el diario El Mundo
firmado por el escritor J.A. Marina (25/06/14), se aborda la evolución y el
conocimiento que se tiene de un nuevo inconsciente (entrada anterior),
señalando la opinión de numerosos autores en la que indican que la inteligencia
creadora trabaja fuera de la consciencia, que las primeras ocurrencias emergen
inesperadamente y que el creador solo puede trabajar sobre ellas, una vez han
aparecido.
Ahora se empieza a descubrir los secretos de este incansable trabajo
no consciente, basado en las relaciones entre las percepciones, las emociones,
el razonamiento y la toma de decisiones. Esto es lo que ha permitido a Joaquin
Fuster, neurocientifico catalán profesor de la universidad de
UCLA, y uno de los neurólogos más importantes afirmar paradójicamente: la
libertad para actuar, y sobre cómo actuar, esta potenciada por el conocimiento
inconsciente, y además, también refuerza el trabajo consciente, porque al
conocer lo que ocurre por debajo del nivel de consciencia, podemos conseguir
que trabaje mucho mejor.
Es
decir, el inconsciente puede ser educado, desarrollado y la verdadera educación
consiste en eso. El inconsciente ha dejado de ser una instancia que nos maneja
desde la oscuridad, para ser un motor que podemos perfeccionar aplicando la
misma energía que produce: es "el bucle prodigioso". En nuestro caso, relacionado con el alto rendimiento, funciona
de dos maneras a) Vinculada a la información que se maneja para encontrar
soluciones a situaciones altamente significativas y exigentes ,
anticipativas, con una clara
intencionalidad y buscando acciones deliberadas que ocupen la mente con información
relacionada con la situación. b) Sin existencia de intencionalidad, en cuyo
caso la actividad mental inconsciente funciona sin limitaciones, sin
información concreta y específica.
Seguramente, en ambos casos,
el funcionamiento mental sea el mismo pero la información sea diferente y,
quizás, esta diferencia venga determinada por la memoria de trabajo.