jueves, 19 de junio de 2014

ganar, ganar y ganar es lo que transforma la satisfacción por jugar en ansiedad al disputar.

         Cuando tienes la imperiosa necesidad de ganar más importante es la gestión de la ansiedad, porque en esos momentos se puede disparar a niveles perjudiciales y descontrolados, impidiendo la ejecución eficiente de las tareas que necesitas hacer para alcanzar el triunfo. Además, dedicando poco o mucho tiempo la mente a pensar en ganar, siempre tiene el mismo efecto: ninguno. Por eso, cuanto menos dediques a ello, más podrás volcarte en pensar lo que tienes que hacer para ganar, como  puede ser jugar el partido en la cabeza antes de disputarlo.
        Lo que más me ha llamado la atención del comportamiento de los jugadores en el partido disputado contra Chile, no es el resultado, sino la ansiedad que reflejaba su rostro, la expresión de impotencia que transmitían en cada acción combinativa, tanto en ataque como en defensa. "España fue un equipo con tiritona, de aquellos que se sienten vulnerables y dan todos las pistas al adversario" (El País, 19/06/14).
             Aunque el equipo estuviera fuera de forma no es comprensible, en jugadores de esa experiencia y nivel, que tuvieran miedo a equivocarse, que perdieran su posición con desajustes manifiestos, con un juego demasiado acelerado y ansioso, como si cada uno quisiera resolver en una jugada el mal de todos.
Esta ansiedad manifiesta hizo olvidar la pasión que tenían por jugar, convirtiendo el sentimiento de satisfacción por disputar en sufrimiento por ganar. Sin precisión en el toque, las líneas se aflojaron, faltó la sincronización, apareció la confusión y el equipo fue a la deriva sin posibilidad de mantener el control sobre su propio juego, lo que ha sido una de las señas de identidad durante los extraordinarios logros obtenidos a lo largo de los últimos cuatro años. Ahora, sólo queda centrarse en lo bueno y pensar en el trabajo que habrá que hacer para mejorar los errores cometidos; ánimo y a la tarea.