Continuamente se escucha a entrenadores y comentaristas decir que la alta competición es algo único, que ocurren cosas que en ningún otro sitio pasan y que no son explicables: “ es que hay algo especial que no se puede describir, que hace que sea diferente” “ es que en el fútbol hasta el último momento no se sabe lo que va a pasar”. “La lógica no existe en la alta competición”. Es verdad, pero lo que sucede es que están aplicando las leyes del razonamiento lógico para explicar hechos que son de carácter psicológico.
Por ejemplo, desde un punto de vista lógico, el orden de actuación no debería de afectar al comportamiento de los deportistas o para un golfista debería ser lo mismo un bogey en el hoyo 1, que hacerlo en el hoyo 18. Sin embargo, en los dos casos, consideramos que las cosas son muy diferentes porque estamos incorporando parámetros psicológicos a nuestra interpretación.
En este sentido, hay dos aspectos que definen las situaciones de alta competición: la presencia de las emociones y las estimaciones sobre el desconocimiento de lo que va a ocurrir. Esto nos lleva al mundo de la incertidumbre en el que muchas veces los deportistas se pierden, intentando preveer todas las posibilidades y controlar la situación apoyándose en interpretaciones lógicas, cuando en realidad lo que funciona es la convicción personal de que serán capaces de resolver favorablemente. Es decir, hacer una apuesta personal por uno mismo en estas situaciones de alta incertidumbre, lo que para aquellos deportistas que están acostumbrados a una estructura de pensamiento lógico no es fácil, ni tampoco para los técnicos que prescinden de parámetros psicológicos al realizar sus valoraciones.
Utilizan una visión más racional, más lógica, más acorde a contextos bajo control y secuencias de acontecimientos previstos: análisis mecánicos exhaustivos, mediciones y cálculos de velocidades vinculadas a la lógica matemática, distancia recorrida, agarres, posiciones, posesión de balón (que también son importantes tenerlos en cuenta pero no es el momento), pensando que nos aportarán explicaciones sobre el comportamiento del deportista durante la competición, cuando en realidad los elementos referenciales se encuentran en otro ámbito, que en la mayoría de los casos ni siquiera se le menciona.