Es un pensamiento que surge como
consecuencia de evidente falta de
motivación intrínseca en
determinados jugadores de futbol profesional. En su inicio, la pasión por
el futbol, la habilidad percibida, el disfrute mientras disputaban un partido, etc.,
era lo que les llevaba a
implicarse en él y a comprometerse con los compañeros para desarrollar
un juego eficiente, es decir, aspectos pertenecientes a la motivación
intrínseca.
Pero, actualmente, los refuerzos extrínsecos son demasiado intensos y a veces
matan la motivación intrínseca, los contratos, las primas, la fama y una
excesiva orientación hacia el resultado, terminan por desactivar a los
generadores internos de motivación. Sin embargo, cuando se quiere rendir al
máximo, cuando se pretende ser consistente a elevados niveles de rendimiento,
sólo se pueden alcanzar estos objetivos a través de la motivación intrínseca
pero, quizás ya se encuentren oxidados. Se pueden recuperar?.
Creo que sí, pero todo
parte de una reestructuración cognitiva que nos haga recordar cómo eran las
cosas en su inicio y reconsiderar lo que es verdaderamente importante cuando salgas
a jugar y quieres dar el máximo de ti mismo: Las ganas de ser mejor cada día, el
compromiso, la cultura de esfuerzo, la confianza y la satisfacción por lo que
se hace, son las piezas que ayudan a recuperar dicha pasión y que depende de
cada jugador.