Continuando con la entrada anterior, desde una perspectiva
multidimensional (Chelladurai 1984), el grado de satisfacción de los deportistas es consecuencia de la
congruencia entre las metas que
esperan alcanzar y las que han alcanzado en un determinado momento. Los
resultados de diferentes estudios indican que las características individuales,
por un lado, tales como la
categoría, el nivel de competencia, la capacidad de esfuerzo y la inversión personal y, por otro, las características
situacionales, como los recursos
disponibles, el apoyo percibido, el tipo de tarea o clima formativo
condicionarán el tipo de metas que
se autoimpongan los futbolistas.
El hecho de evaluar su propio comportamiento competitivo a través su
percepción sobre su actuación,
derivada de las discrepancias entre su comportamiento deseado/ realizado en
cada competición, generará un importante sentimiento de satisfacción. Lo mismo
ocurre al evaluar el desarrollo de la temporada sobre su propia mejora, sobre la
consecución de las metas autoimpuestas y sobre el comportamiento de los
entrenadores, a través de la opinión de los propios deportistas. En este sentido,
la discrepancia de la percepción que tiene el deportista entre lo esperado y lo
conseguido se entiende como fundamental en su nivel de satisfacción, según este
modelo multidimensional.
Los estudios realizados en el alto rendimiento deportivo nos revelan que los deportistas con un alto nivel de satisfacción personal se implican con mayor intensidad en el entrenamiento, muestran un alto grado de compromiso con las tareas que se proponen y persisten durante más tiempo en situaciones adversas. Asimismo guarda una estrecha relación con el clima motivacional, la comunicación y el estilo decisional de los entrenadores, preferentemente democrático frente al autocrático. (Chelladurai, 1984; Ferry, 1984; Schliesman, 1987; Hastie, 1995; Manso, 1996).
Los estudios realizados en el alto rendimiento deportivo nos revelan que los deportistas con un alto nivel de satisfacción personal se implican con mayor intensidad en el entrenamiento, muestran un alto grado de compromiso con las tareas que se proponen y persisten durante más tiempo en situaciones adversas. Asimismo guarda una estrecha relación con el clima motivacional, la comunicación y el estilo decisional de los entrenadores, preferentemente democrático frente al autocrático. (Chelladurai, 1984; Ferry, 1984; Schliesman, 1987; Hastie, 1995; Manso, 1996).