martes, 16 de agosto de 2016

una de presión o de inestabilidad de la confianza

          “Estoy desolado, deprimido; he tenido una muy mala actuación y no he sabido competir”, con estas palabras comenzaba un artículo publicado en el diaro El País (14/08/16), relacionado con la actuación del marchador  español M. López,  en la prueba de 20 km. Marcha de los JJOO de Río-16, en el que valoraba su actuación.
          Y continuaba hablando de presión asociada a una gran responsabilidad, agobiado por sentirse físicamente bien, mejor que nunca, preparado para algo grande, pero forzado por las expectativas de  su entorno “era la medalla más segura de todas”. Es un buen ejemplo de la negativa influencia para el rendimiento de la presión exógena, es decir, proveniente de aspectos externos, porque  hace aumentar la ansiedad precompetitiva de forma exagerada, así como la sensación de agobio.
          En estas situaciones, conviene centrarse en lo que se controla, en lo que depende del deportista y, la presión que ayuda a rendir se encuentra asociada a aspectos endógenos.  Cuando las afrontas como un reto, como un desafío personal, con predominio de un afan de superación propio antes que de los adversarios, y aceptas la incertidumbre de lo que va a suceder como algo natural, sabiendo que responderás eficientemente frente a lo que surja, no queda sitio para la ansiedad y el agobio. Pero, desgraciadamente, en nada de esto centró la atención el marchador español.