La teoría sobre los
procesos decisionales propuesta por Tversky y Kanemann (1990), señala que la
toma de decisiones, en numerosas ocasiones, no se explica en términos lógicos y
racionales, sino que hay un componente intuitivo que prevalece sobre ellos. En
las decisiones, hay más componentes que la utilidad esperada (uso o finalidad
por probabilidad), que en nuestro caso se polariza en el nivel de riesgo. Es
decir, en la solución deseada habría que manejar la utilidad esperada y el
nivel de riesgo que comporta tomar dicha decisión.
En su última publicación,
el profesor D. Kahneman (2012) hacía hincapié en la existencia de dos sistemas
para explicar el pensamiento: el sistema
1, relacionado con la forma de pensar rápida e intuitiva, y el sistema 2, asociado al pensar despacio,
de forma racional y reflexiva. Ambos funcionan conjuntamente, pero el sistema 1 es el primero que elabora la respuesta, que puede ser revisada y
modificada por el sistema 2. Sin
embargo, en numerosas ocasiones prevalece la propuesta del sistema 1 y se toma la decisión sin analizarla adecuadamente, lo
que evidencia la posibilidad de entrenar la toma de decisiones rápida a partir
de la revisión de las opciones y la modificación en el entrenamiento.