Durante los últimos años se han
visto incrementados los estudios que relacionan las emociones con la
toma de decisiones intuitivas que, en ambos casos, no es posible ejercer un
control sobre su respuesta, pero sí pueden ser moduladas, lo que nos lleva a
hablar de un aumento de probabilidades sobre su control, sobre su estabilidad y
sobre su eficiencia.
Desde
este planteamiento se acepta que, en ambos casos, se pueden desarrollar
estrategias para aumentar las posibilidades de afrontar la competición con un óptimo
nivel de activación y de tomar decisiones acertadas más rápidas y eficientes.
También es cierto que nunca se podrá ejercer un control total sobre ellas, es
decir, hablaremos de probabilidades sobre dichos procesos mentales, porque
tienen un alto componente de incertidumbre.
Hoy sabemos
que el cerebro va por delante en la toma de decisiones rápidas y, a través del
estudio con neuroimágenes se puede predecir, con varios segundos de anticipación,
la decisión que va a tomar un deportista frente a una situación de competición.
Es importante entrenar y desarrollar la capacidad mental a través de imágenes y
experiencias propias, que activen los mecanismos generadores de adrenalina,
noradrenalina, dopamina y cortisol (el cóctel de la felicidad y del bienestar psicológico).
Así, el principio de
disponibilidad permitirá imaginar soluciones deseadas para que, en el momento
adecudado, se tome la decisión esperada.