miércoles, 20 de junio de 2012

no soy lo suficientemente bueno como para ganar un “major” o un sistema de autorregulación deficientemente construido.


          Al leer un artículo publicado en el diario El Mundo (19/06/12) en relación a los comentarios realizados por el golfista español, S. Garcia, una vez finalizado el torneo de golf US OPEN, me surgió la idea de utilizarlos como un ejemplo de proceso mental equivocado. En él, señalaba que se había dado cuenta de su realidad: “No soy lo suficientemente bueno como para ganar un major, lo he intentado, pero no sale. Y si no sale después de 13 años que llevo, es que no soy capaz".
  Me ha parecido interesante  abordar esta cuestión porque refleja un sistema de autorregulación deficientemente construido, perteneciente a un excepcional jugador de golf, pero incapaz de darse cuenta de su error. Ni siquiere es capaz de observar y valorar adecuadamente  lo que le está mostrando la dura  realidad para reflexionar  sobre ello; desde el año 1998 ha habido 15 ganadores para 15 majors, es decir, nadie ha logrado ganar dos veces  en las últimas 5 temporadas.
También me recuerda al efecto pigmalión  o la profecía autocumplida, que generalmente se cumplen cuando las expectativas son negativas y que, en este caso, provocarán  una disminución de las pocas posibilidades que tiene un jugador de golf para  ganar un major. Sin embargo, para aumentar esas pocas posibilidades que tiene este golfista, sí que  puede hacer cosas que están en su mano.
En primer lugar, observar y valorar de forma objetiva y ajustada al principio de realidad: ganar un major  es una cuestión tremendamente difícil, con las posibilidades distribuidas entre todos los jugadores profesionales que participan en los mismos. En segundo lugar, anticipar satisfacción por lo que quiere conseguir, en vez de desolación y abatimiento. Y en tercer lugar mantener la confianza alta y estable, centrándose en el siguiente torneo que vaya a disputar, y no en los que ya ha disputado.
Estas sugerencias señaladas pertenecen al sistema de autorregulación, son entrenables y mejorables con una adecuada orientación. Sin embargo, llama poderosamente la atención que este golfista no haya mejorado esta capacidad competitiva a lo largo de los últimos años, y que continue cabreado, impotente  y frustrado cada vez que participa en uno de los grandes torneos de golf.
Ha elegido el camino equivocado  para llegar  a donde pretende y, mientras continue con su sistema de autorregulación desajustado, sus posibilidades son inexistentes, porque él mismo se encarga de reducirlas a la nada.  Ganar uno de esos torneos no solo depende de él, pero mejorar esta capacidad competitiva que le permitirá aumentar sus posibilidades en cada torneo que participe, si que está bajo su control.