Al
leer un artículo publicado en el diario El Mundo (19/06/12) en relación a los
comentarios realizados por el golfista español, S. Garcia, una vez finalizado
el torneo de golf US OPEN, me surgió la idea de utilizarlos como un ejemplo de proceso mental equivocado. En él, señalaba que se había dado cuenta de su realidad: “No soy lo suficientemente bueno como para ganar un major, lo he intentado, pero no sale. Y si no sale después de 13
años que llevo, es que no soy capaz".
Me ha
parecido interesante abordar esta
cuestión porque refleja un sistema de autorregulación deficientemente
construido, perteneciente a un excepcional jugador de golf, pero incapaz de
darse cuenta de su error. Ni siquiere es capaz de observar y valorar
adecuadamente lo que le está
mostrando la dura realidad para
reflexionar sobre ello; desde el
año 1998 ha habido 15 ganadores para 15 majors,
es decir, nadie ha logrado ganar dos veces en las últimas 5 temporadas.
También me recuerda al efecto pigmalión o la
profecía autocumplida, que generalmente se cumplen cuando las expectativas son
negativas y que, en este caso, provocarán
una disminución de las pocas posibilidades que tiene un jugador de golf
para ganar un major. Sin embargo,
para aumentar esas pocas posibilidades que tiene este golfista, sí que puede hacer cosas que están en su mano.
En primer lugar, observar y valorar de forma objetiva y
ajustada al principio de realidad: ganar un
major es una cuestión
tremendamente difícil, con las posibilidades distribuidas entre todos los
jugadores profesionales que participan en los mismos. En segundo lugar,
anticipar satisfacción por lo que quiere conseguir, en vez de desolación y
abatimiento. Y en tercer lugar mantener la confianza alta y estable,
centrándose en el siguiente torneo que vaya a disputar, y no en los que ya ha
disputado.
Estas sugerencias señaladas pertenecen al sistema de
autorregulación, son entrenables y mejorables con una adecuada orientación. Sin
embargo, llama poderosamente la atención que este golfista no haya mejorado
esta capacidad competitiva a lo largo de los últimos años, y que continue
cabreado, impotente y frustrado
cada vez que participa en uno de los grandes torneos de golf.
Ha elegido el camino equivocado para llegar a
donde pretende y, mientras continue con su sistema de autorregulación
desajustado, sus posibilidades son inexistentes, porque él mismo se encarga de
reducirlas a la nada. Ganar uno de
esos torneos no solo depende de él, pero mejorar esta capacidad competitiva que
le permitirá aumentar sus posibilidades en cada torneo que participe, si que está
bajo su control.