Tuve la suerte de conocer a M. Preciado,
entrenador de futbol recientemente fallecido, y me pareció una persona sencilla, cercana, honesta y afable, con una sonrisa permanente en
su rostro. Sin embargo, a raiz de su fallecimiento, he podido conocer con mayor
profundidad su andadura por esta vida.
Entre las cosas que se han escrito, me ha
llamado poderosamente la atención su
capacidad para afrontar y responder a las situaciones extremadamente
duras y difíciles que la vida le había reservado. Según el artículo del Diario Vasco (08/06/12), entre los años 2002 2011 un cáncer le
arrebató a su esposa, su hijo pequeño falleció en un accidente de moto a los 15 años, y su padre fue
atropellado por un coche el año pasado. Frente a todo ello, siempre comentaba
lo mismo, “la vida me ha golpeado fuerte, podía haberme hecho vulnerable y
pegarme un tiro o mirar al cielo y crecer: Elegí la segunda opción”.
Es un excelente ejemplo de tolerancia a la
adversidad que nos enseña que, cuando tienes un tropiezo y te caes, lo
realmente duro es levantarte,
volver a caminar y mirar al futuro. Y, en este sentido, señalaba “en
situaciones límite hay que contar hasta tres, yo he contado hasta diez y sigo”.
Es una emotiva y entrañable
despedida a una persona que
siempre permanecerá en el recuerdo.