La emoción y la cognición cuando funcionan de manera
integrada consiguen comportamientos eficientes, es lo que señalaba L. Pessoa en 2008, neurocientífico y
profesor de la universidad de
Indiana, según un articulo publicado en el diario El País (14/04/12).
El equilibrio y la coherencia entre lo que pensamos y lo
que sentimos hace que el
comportamiento sea estable y consistente. Pero hay situaciones en las que las
emociones alteran ese equilibrio, como cuando los deportistas sienten miedo en
determinados momentos de la
competición y, entonces, es
necesario anticipar lo que vamos a pensar en ese momento, para que el
comportamiento siga siendo consistente y eficiente.
Cuando puede aparecer el miedo? En el momento en el que
un equipo se pone por delante en el marcador y piensa que puede perder, el miedo a que pare el portero cuando un
jugador va a lanzar un penalty, el miedo a ser desbordado por el adversario que se debe cubrir en
un lanzamiento de corner o como último defensor y el miedo a “llegar tarde” en
una salida del portero, son algunos
de los casos más corrientes en el futbol profesional.
Cuando esto ocurre, se produce un predomino instintual
sobre lo racional y, mientras no cambie la respuesta emocional o no se controle
el miedo, no podremos realizar acciones eficientes. Nuestra
mente, es decir, la interrelación entre emoción y cognición, dirige los
comportamientos a partir del cerebro instintual, emocional y racional que se
encuentran superpuestos y se complementan e interactuan para actuar eficientemente.
Como se encuentran comunicados por conexiones
bidireccionales entre ellos en un orden evolutivo ascendente, instinto-emoción-razón,
el miedo que se genera en dichas situaciones procede de la relación instintual y emocional y, para
controlarlo o neutralizarlo, será necesario la intervención de la razón. Cuando
esto ocurre, para alcanzar una excelente actuación, el deportista podrá
integrar en su decisión el impulso del instinto y la fuerza de la emoción.