jueves, 26 de julio de 2007

la motivación para engañar

Esta mañana, mientras me daba un baño e intentaba coger alguna ola en la playa de la Zurriola, se me acerca un amigo y me comenta: ¿ sabes lo que ha pasado en el Tour? Al lider de la carrera lo ha retirado su propio equipo. Se conoce que les había engañado en cuanto a su preparación para evitar controles internos de doping. Y continua, entre molesto y perplejo, ¿que te parece? Así van a acabar con el ciclismo profesional, es un escándalo, no hay manera de evitar a los tramposos.



En mi opinión, le contesto, este no es un caso aislado ni será el último, a pesar del deseo de muchísimas personas, deportistas, entrenadores y entrenadoras que así lo quisieran. Es una buena oportunidad para reflexionar y buscar fórmulas de acción preventiva frente a esta lacra que puede acabar con los valores y la imagen de reto y desafío personal que el deporte de alto rendimiento tienen para el ser humano.



No cabe duda de que es necesario abordar esta temática de forma global, no solamente desde la perspectiva del deportista sino también considerando el conjunto de agentes sociales que giran en torno al mismo, como son:



  • Soporte tecnológico: entrenador@s y diferentes especialistas de apoyo biológico y psicológico.


  • Soporte social: padres y madres, familia y amigos en general.


  • Soporte institucional: dirigentes y políticos pertenecientes a entidades y asociaciones públicas y privadas que rigen o apoyan la actividad deportiva y, finalmente


  • Soporte mediático. Periodistas y público en general, profesionales y amantes del espectáculo deportivo, que encumbran o destruyen con demasiada facilidad la figura del deportista exitoso o fracasado.


El profesor Glyn Roberts, en una conferencia que impartió en el año 2002 en los Cursos de Verano en Donostia ya hablaba de la motivación hacia las trampas. En ella mencionaba una frase de Nicholls muy clarificadora: Si lo más importante es ganar, haz todo lo que sea para ganar. ¿Qué ocurre? Que en numerosas ocasiones, después de participar en una competición, sólo se le pregunta a l@s jóvenes deportistas ¿qué habéis hecho?....y cuando el resultado es adverso se les comenta ¡qué malos sois!. A ver cuando ganáis. Que los programas de los centros de alto rendimiento y de las propias federaciones se fundamentan exclusivamente en los resultados: para las becas y los contratos programa sólo valen las medallas. Que en muchos programas de radio y televisión se transmite una visión permisiva y aprobatoria del engaño que se produce en el deporte de alto rendimiento en general, siempre que sea favorable al equipo de casa.



Ejemplos de esto, cuando un futbolista simula una falta dentro del área, tirarse a la piscina, o un jugador de balonmano simula una agresión del contrario, o afirmaciones como ”oye, que gane el domingo la Real aunque metan el gol con la mano”. Es decir, en todas estas ocasiones estamos allanando el camino hacia el engaño, hacia las trampas. Por lo tanto, cuando un ciclista toma sustancias, que figuran en la lista como prohibidas, para recuperarse cuanto antes y rendir al límite, se comporta de la misma manera que los casos señalados. Y, aunque se mida con distinto rasero en unos casos que en otros, en realidad nos encontramos en la misma situación: Intentar engañar para ganar.



Es en este momento es cuando entramos en el espacio de la responsabilidad personal y del funcionamiento ético de cada deportista.