En varios artículos publicados en los diarios El
País y El Mundo (2/07/14), abordan como temas principales la ansiedad y la
presión. Utilizaremos comentarios y opiniones que aparecen en los mismos, para
constatar, una vez más, que no se ha abordado esta cuestión en la preparación
de los futbolistas para el Cto del Mundo, por parte de sus responsables.
El guardameta suplente Víctor, de la selección brasileña,
le entregó un crucifijo al portero titular Julio César, poco antes de la tanda
de penaltis y que este, después de besarlo, lo dejo bajo el poste que repelió
el último lanzamiento de Chile. Si esto funcionara, me gustaría saber que
pensarían los jugadores creyentes de Chile sobre Jesucristo, o que injusto sería
que El hubiera decidido la eliminación de Chile. Y continuaba, ese día sabía
que íbamos a tener muchas dificultades, pero nadie esperaba que el partido
llegara a esa situación, pero cuando llegó le di el crucifijo.
El hecho de no preveer esa situación sí que dispara los
niveles de ansiedad del jugador, que al no haberla previsto, se encuentra sin
recursos para afrontarla con determinación. Los penaltis con los que el equipo
de Brasil se jugó la clasificación en octavos de final, dejaron varias escenas
preocupantes. Algún jugador se negó
lanzar y se puso a rezar, otros lloraban al borde del abismo, presionados por
la imperiosa necesidad de ganar.
El director de cine, S. Jamison, se preguntaba sobre lo que mueve a
un deportista a salir en el segundo tiempo, después de haber encajado 16
goles. Uno de los jugadores se lo explicó con nitidez: "hay que valorar
las pequeñas cosas de la vida". En numerosas entradas hemos abordado este tema, que resulta ser muy
recurrente, en la última se explicaba
que "ganar, ganar,
ganar sólo vale ganar transformaba la satisfacción por jugar en ansiedad al
disputar". Se asume que la
gestión de la presión y la regulación emocional son muy importantes, pero poco
o nada se dedica tiempo en el entrenamiento para mejorarlo. Es más, incluso se desconocen los elementos
que funcionan a modo de estabilizadores (entrada anterior), tanto de la
ansiedad como de la presión, que pueden desarrollar los jugadores durante la fase de preparación.