Antes de disputarse la final de Roland Garros entre los tenistas Robin Soderling y Roger Federer, el exjugador sueco Mats Wilander, refiriéndose al primero, señalaba en el diario El País (7/06/09) : “El gran problema de Robin es que él cree que el peor rival, el más difícil, el que le hace jugar peor es precisamente R. Federer, siempre te hace jugar peor”.
Lo que pasa que es un problema que también está en su mano resolverlo, es decir, que depende de él mismo. Si no es capaz de cambiar ese pensamiento no podrá rendir en el partido de la final a su nivel. Es un fiel reflejo de la necesidad y de la importancia que adquieren las capacidades psicológicas en los momentos de afrontar retos máximos. Salir a la pista sin haber cambiado ese pensamiento supone encaminarse directamente hacia la derrota. Aflorarán los nervios, el jugador se mostrará inseguro, las bolas se quedarán cortas, el juego será más lento que lo habitual y la bola circulará con menor velocidad. Será interesante observar el desarrollo de esa final.