La lectura de un artículo publicado en el diario El País
(12/06/17) en el que se aborda el poder de la convicción y lo firma Toni Nadal,
entrenador del tenista mallorquín R. Nadal, me ha servido para reflexionar
sobre estas cuestiones: la certeza se basa en evidencias, pero la convicción en creencias.
“Cuando
me preguntaban si Rafa iba a ganar su décimo Roland Garros (entre ellos su hijo
menor), siempre daba la misma respuesta por convicción y porque quiero que se
eduque en el ejemplo: Creo que sí, Joan. Porque es lo que quiero creer y porque
es imposible trabajar con total entrega si tu no crees que vas a conseguirlo”.
Y siempre acababa diciéndole a su hijo: Intenta hacer lo mismo tu y aplícate
convencido de que vas a lograr lo que persigues”.
La
máxima creencia en que serás capaz de hacer las cosas necesarias para conseguir
un objetivo es la base de la convicción, es un arma poderosísima que proporcina
retos increíbles. Siempre existe
incertidumbre a su alrededor, porque estamos hablando sobre algo que
sucederá, es decir, de futuro y de creencia anticipada. En el caso de la certeza, la incertidumbre
desaparece pero, en el alto rendimiento, nunca hay certeza sobre el resultado
de un partido o de una competición que se va a disputar. Sería una falsa certeza que influye negativamente
en la sensación de invulnerabilidad, efecto contrario al que genera
la convicción.