En
un artículo publicado en el diario El Mundo (30/01/17) y firmado por R. Yanke, se
abordaba la importancia del error como parte del proceso de aprendizaje y
necesario para progresar. Valorar el error como algo positivo es una
característica de los emprendedores y una especie de “mantra” de la cultura
científica.
Cuantos
experimentos equivocados se hacen diariamente hasta llegar a encontrar lo que
se busca? O ¿cuantos intentos fallidos debe hacer un experimentado deportista para
conseguir ejecutar un programa sin errores? El error indica la dirección en la
que deben orientarse los esfuerzos en el camino de la perfección, sin ellos, no
hay evolución. Es la forma de educación más práctica y real, porque educa,
transforma y revoluciona.
Curiosamente “el errorismo”, como concepto, surgió por error. En 2005, en una conferencia de la Cuarta Cumbre de las Americas, uno de los integrantes de la comisión, cometió un error al no teclear la tecla “T, y escribir errorismo en vez de terrorismo, inmediatamente el corrector le dijo que esa palabra no existía. Posteriormente fueron a comprobarlo en Google y, al escribir la palabra errorismo, el resultado de la búsqueda fue 0. Así encontraron el término adecuado que llevaban buscando años para definir este ámbito formativo.
Curiosamente “el errorismo”, como concepto, surgió por error. En 2005, en una conferencia de la Cuarta Cumbre de las Americas, uno de los integrantes de la comisión, cometió un error al no teclear la tecla “T, y escribir errorismo en vez de terrorismo, inmediatamente el corrector le dijo que esa palabra no existía. Posteriormente fueron a comprobarlo en Google y, al escribir la palabra errorismo, el resultado de la búsqueda fue 0. Así encontraron el término adecuado que llevaban buscando años para definir este ámbito formativo.