Es un interesante comentario que aparece en la
película de “La gran apuesta”, y
sirve para entender las
consecuencias de una escasa flexibilidad hacia el cambio que poseen numerosos deportistas, lo que les impide alcanzar niveles de
excelencia.
En el trabajo de orientación y asesoramiento psicológico que desarrollo con jóvenes futbolistas en la Real Sociedad de
Fútbol, S.A.D., me encuentro con demasiados casos de estas características que
dificultan tanto el adquirir el nivel necesario para evolucionar hacia el primer
equipo como la estabilización en el mismo.
Por
ejemplo, en relación a la toma de decisiones rápidas creen, con total
certeza, que no es entrenable o
que no se necesita entrenar, lo que es totalmente falso, puesto que hoy sabemos
como entrenarlas. Otro claro ejemplo es sobre la competitividad que, con
absoluta certeza, piensan que “se tiene o no se tiene”, es decir, el populista “gen competitivo”, lo que es totalmente
falso.