Es
una idea muy antigua que, a menudo, invade mis pensamientos y me ayuda a
reflexionar sobre la importancia de aceptar los errores que comentemos porque,
sobre ellos, construiremos el camino hacia la mejora y nos llevarán a alcanzar la
excelencia.
Aceptar con tranquilidad que somos imperfectos,
pero que podemos llegar a ser excelentes a pesar de ello, es un buen ejercicio
de autoestima que refuerza la fortaleza mental que se necesita para responder a
las exigencias del alto rendimiento
en el deporte.
Lo contrario, pensar que somos perfectos en
nuestras acciones sin darnos
margen a equivocarnos, supone una carga de responsabilidad excesiva porque
los errores son una parte
consustancial en el ser humano. Además, en situaciones de máxima exigencia
competitiva, el miedo a equivocarse centra bel afrontamiento en la amenaza frente al reto, dispara la ansiedad y contamina la respuesta
emocional, con lo que hace imposible alcanzar rendimientos excepcionales cuando
más se desean.