Leyendo
un artículo
publicado en el diario El Mundo (20/03/15), sobre la actividad mental saludable,
J.Fuster prestigioso neurocientífico de 85 años y profesor en UCLA, comentaba la importancia del equilibrio entre los pensamientos y
los sentimientos, fruto de las relaciones entre la cognición y la emoción, destacando la importancia de
la capacidad de no desesperarse en situaciones adversas o muy desfavorables
(resiliencia), semejantes a las que se viven continuamente en ámbito del rendimiento deportivo.
En
estas situaciones se produce una
competencia de impulsos contradictorios en la corteza prefrontal de nuestro
cerebro, que para ser eficientes y tener una excelente salud mental, se tienen
que equilibrar y se tienen que
armonizar. Es decir que, para alcanzar la excelencia y la satisfacción vital, tiene que haber una
armonización de los dos
sectores más importantes de
la mente humana: la cognición
(percepción, atención, inteligencia y memoria) y la
emoción (los impulsos
vitales).
Además,
actualmente existe un “corpus
de conocimiento” sobre la importancia de neurotransmisores como la
serotonina, la dopamina, la adrenalina o el cortisol (cóctel de la
felicidad) que provocan sentimientos de placer y, por eso, debe de haber un equilibrio en ellos. Actúan
como mediadores que conectan la información
que se encuentra almacenada en nuestra memoria cognitiva y emocional. En las
situaciones deportivas de máxima
significación y exigencia
personal, se suelen desencadenar este tipo de respuesta emocional, de ahí la importancia de gestionarla
adecuadamente. Pero ¿como interviene la cognición
en este proceso?: sencillamente manteniendo la autoconfianza al máximo
nivel y estabilizada, porque sin
ella, la reacción emocional
jamás irá acompañada de semejantes sustancias y se convertirá
en imposible aquello que inicialmente podía haber sido posible.