Al
hilo de la intervención que realizamos con jóvenes jugadores de la Real
Sociedad, S.A.D., surgió la necesidad de clarificar estos dos conceptos porque,
muchos de ellos, no llegaban a diferenciarlos. Cuando les comentábamos que tenían
que ocupar la mente con posibles
situaciones del partido para dar
soluciones eficientes, nos contestaban “Claro que pienso en el partido y estoy preocupado por el juego que
vaya a desarrollar en él, siempre lo hago”.
Dirigir la atención a las situaciones del partido,
ocupando la mente con pensamientos relacionados con las mismas y anticipar
soluciones, es la mejor manera de afrontarlo. Pero, preocuparnos por el
desarrollo del partido antes de jugarlo,
supondrá un predomino de
sentimientos negativos, como el temor, la amenaza o el miedo a disputarlo,
generando inquietud, desconfianza y falta de claridad en su comportamiento
competitivo.