En estos días
en los que la satisfacción de los deseos y las necesidades deben de ser
inmediatas, he encontrado un artículo
en el diario El País (22/02/2013), sección deportes, que sirve como
ejemplo para afrontar las adversidades de forma adecuada.
Se trata de un
joven jugador del C.F. Barcelona,
Marc Muniesa (Lloret de Mar;1992), convocado por el entrenador P.
Guardiola, con apenas 17 años, para jugar la final de la “Champions” en el
Olímpico de Roma contra en Manchester United. Su historia es la siguiente.
A los 9 años le llegó la
primera bofetada con unas manchas en las piernas: vasculitis, un año sin
correr. A los 15 años, cuando estaba considerado como el central del futuro y a
punto de pasar al juvenil, rotura de ligamento de la rodilla izquierda, un año
parado. Tras regresar y jugar dos partidos en el juvenil, fue convocado con el
primer equipo y debutó en el minuto 81, contra Osasuna; también Guardiola le
citó para la final de la Champions. En el primer partido de la nueva temporada,
frente al Hamburgo, en una mala caida se rompe los ligamentos de la otra pierna, otros dos años parado.
Ahora, ya recuperado, ha
comenzado a jugar en el filial B, aceptando de buen grado esta vuelta atrás,
porque piensa que es la mejor manera de estar con sus amigos y coger forma; el tiempo le ha dado razón a la decisión, porque ha jugado todos los partidos de la temporada y está preparado para volver al primer equipo. Otros jugadores no lo hubieran aceptado y se hubieran ido antes de esperar su
turno y a la favorable evolución de los acontecimientos, con optimismo y con
tranquilidad, sabiendo que “las cosas tienen su tempo y siempre llegan”.