Sabemos que las principales funciones
cognitivas implicadas en la toma de decisiones durante el juego son la
atención perceptiva y la anticipación, la memoria de trabajo, la planificación
de las acciones, la regulación emocional y la iniciativa decisional, todos
ellos presentes en las situaciones de máxima exigencia personal. Y también conocemos que los mecanismos
cerebrales subyacentes al proceso de visualización indican una mayor
activación de las áreas prefrontales y motoras, concretamente el circuito
dorso-lateral que como se sabe, están relacionadas con las funciónes
ejecutivas.
El
principal problema en la búsqueda de los componentes conductuales de la función
ejecutiva es, precisamente, la pobre exploración sobre este tema, ya que
durante los últimos diez años el
énfasis se ha centrado en la
esfera cognitiva de las regiones dorso-laterales de los lóbulos frontales.
A pesar de ello, la investigación actual ha permitido agrupar los mencionados procesos
ejecutivos en dos categorías básicas, metaconocimiento y regulación que se
miden a través del BRIEF, (Behavior
Rating Inventory Executive Function, de G.
A. Gioia, P. K. Isquith, S. C. Guy, and L. Kenworthy, 2002), que es una escala
que permite evaluar el funcionamiento ejecutivo en diferentes ámbitos como la
escuela o la familia.