Siguen saliendo noticias relacionadas con la capacidad de l@s deportistas españoles para afrontar finales en campeonatos del mundo y juegos olímpicos. En ellas se mencionan los tópicos de siempre, que si les falta autoestima, que si tienen miedo, que si la responsabilidad les puede, etc. Vamos, ocurrencias y opiniones sin fundamento.
La capacidad competitiva de cada deportista es personal y específica, por lo tanto no se puede generalizar, y quienes lo hagan estarán cometiendo un error en sus apreciaciones. Cada deportista y cada momento es irrepetible, por eso la forma de afrontar cada situación será diferente. La cuestión es si se entrenan las capacidades competitivas, sobre todo las de componente psicológico. En lo que estoy de acuerdo, las evidencias son numerosas, es en que, en el deporte español, se produce una notable falta de preparación psicológica, lo que se traduce en una falta de consistencia psicológica.
Esta carencia en el entrenamiento es lo que puede llevar a la confusión señalada y hacer un diagnóstico equivocado: cada deportista tiene unas prestaciones y necesidades diferentes, pero la mayoría de ellos no dedican tiempo en el entrenamiento para mejorar las prestaciones psicológicas, que son las que le permitirán rendir lo que vale. Este aspecto sí que se produce de forma generalizada, y mientras no se le dedique tiempo a mejorar las prestaciones de rendimiento, se seguirá “echando en falta” la consistencia psicológica de nuestros deportistas en los momentos de máxima significación y responsabilidad.
La capacidad competitiva de cada deportista es personal y específica, por lo tanto no se puede generalizar, y quienes lo hagan estarán cometiendo un error en sus apreciaciones. Cada deportista y cada momento es irrepetible, por eso la forma de afrontar cada situación será diferente. La cuestión es si se entrenan las capacidades competitivas, sobre todo las de componente psicológico. En lo que estoy de acuerdo, las evidencias son numerosas, es en que, en el deporte español, se produce una notable falta de preparación psicológica, lo que se traduce en una falta de consistencia psicológica.
Esta carencia en el entrenamiento es lo que puede llevar a la confusión señalada y hacer un diagnóstico equivocado: cada deportista tiene unas prestaciones y necesidades diferentes, pero la mayoría de ellos no dedican tiempo en el entrenamiento para mejorar las prestaciones psicológicas, que son las que le permitirán rendir lo que vale. Este aspecto sí que se produce de forma generalizada, y mientras no se le dedique tiempo a mejorar las prestaciones de rendimiento, se seguirá “echando en falta” la consistencia psicológica de nuestros deportistas en los momentos de máxima significación y responsabilidad.