La semana pasada conversaba con una amiga, la judoka N. Faibrothers, medalla de plata en los JJOO de
Barcelona 92, Campeona de Europa y Campeona del Mundo en el 93, acerca de la
importancia del entrenamiento de las funciones ejecutivas para rendir a alto
nivel, aspecto que también le parecía muy relevante. En un
momento de la conversación comenta que ella ya lo hacia cuando comenzó a hacer
judo: “a los 14 años comencé a anotar en un cuaderno lo que había pasado en el combate,
describía lo que había pasado, lo que tendría que cambiar para la próxima vez y
cómo tenía que entrenarlo; así sabia lo que tenia que hacer cuando me volvía a
enfrentar a la misma adversaria.
A los 21 años, el entrenador me dijo que se lo
tenía que contar a todos los competidores del club, para que hicieran lo mismo”. Desde
su etapa de juvenil, tenía registradas a todas sus rivales y cada vez añadía
alguna cosa que le había funcionado después de competir con ellas. Cuando
conocía el sorteo leía las cosas que tenia anotadas de las adversarias que iban
por su lado y preparaba la estrategia del combate a partir de sus anotaciones.
Evidentemente
este tipo de funcionamiento se encuentra relacionado con las funciones
ejecutivas, porque después de cada combate anotaba lo relevante, lo que se
encuentra relacionado con la autosupervisión y la memoria de tareas. Cuando recuperaba
la información, era para planificar las acciones y tomar decisiones adecuadas. Los
primeros estudios sobre funciones ejecutivas en el ámbito del deporte se iniciaron
en 2005, es decir, 20 años después de lo que esta precoz judoka incorporaba a sus entrenamientos de una manera
intuitiva y acertada. Hoy todavía numerosos deportistas no lo consideran importante para su
evolución, lo que impide que mejoren
en un tiempo adecuado.