martes, 16 de julio de 2019

a los 14 años comencé a anotar en un cuaderno lo que sucedia en cada combate, así sabia lo que tenia que hacer cuando me volvía a enfrentar a la misma adversaria.


          La semana pasada conversaba con una amiga, la  judoka N. Faibrothers,  medalla de plata en los JJOO de Barcelona 92, Campeona de Europa y Campeona del Mundo en el 93, acerca de la importancia del entrenamiento de las funciones ejecutivas para rendir a alto nivel, aspecto que también le parecía muy relevante. En un momento de la conversación comenta que ella ya lo hacia cuando comenzó a hacer judo: “a los 14 años comencé a anotar en un cuaderno lo que había pasado en el combate, describía lo que había pasado, lo que tendría que cambiar para la próxima vez y cómo tenía que entrenarlo; así sabia lo que tenia que hacer cuando me volvía a enfrentar a la misma adversaria. 
         A los 21 años, el entrenador me dijo que se lo tenía que contar a todos los competidores del club, para que hicieran lo mismo”. Desde su etapa de juvenil, tenía registradas a todas sus rivales y cada vez añadía alguna cosa que le había funcionado después de competir con ellas. Cuando conocía el sorteo leía las cosas que tenia anotadas de las adversarias que iban por su lado y preparaba la estrategia del combate  a partir de sus anotaciones.
       Evidentemente este tipo de funcionamiento se encuentra relacionado con las funciones ejecutivas, porque después de cada combate anotaba lo relevante, lo que se encuentra relacionado con la autosupervisión y la memoria de tareas. Cuando recuperaba la información, era para planificar las acciones y tomar decisiones adecuadas. Los primeros estudios sobre funciones ejecutivas en el ámbito del deporte se iniciaron en 2005, es decir, 20 años después de lo que esta  precoz judoka incorporaba a sus entrenamientos de una manera intuitiva y acertada. Hoy todavía numerosos deportistas  no lo consideran importante para su evolución, lo que impide  que mejoren  en un tiempo adecuado.