Es una opinión que suele aparecer en las conversaciones de aficionados que se producen a lo largo de las
pretemporadas pero, sin embargo, a
medida que avanza la temporada los malos resultados se suelen vincular a
capacidades mentales, tales como:
despistes de atención, falta de
activación o de implicación, baja
confianza, errores decisionales o deficiente gestión de la presión.
Es decir, que la propia dinámica de la
competición evidencia el error que se comete con estas apreciaciones pero,
entonces, corregir estos errores sin una adecuada preparación mental se
convierte en algo imposible. Actualmente existe una opinión generalizada
respecto a la importancia de las capacidades mentales para obtener elevados
rendimientos en competición.
Además, fruto de las últimas investigaciones, se puede hablar de capacidades mentales de “segunda generación”, referidas a las funciones ejecutivas: autosupervisión, memoria a corto plazo, orden y planificación, iniciativa y flexibilidad para el cambio, entre otras. Son las responsables de que un jugador exprese potencialidad futbolísitca al máximo durante cada partido.
Además, fruto de las últimas investigaciones, se puede hablar de capacidades mentales de “segunda generación”, referidas a las funciones ejecutivas: autosupervisión, memoria a corto plazo, orden y planificación, iniciativa y flexibilidad para el cambio, entre otras. Son las responsables de que un jugador exprese potencialidad futbolísitca al máximo durante cada partido.