Varios colegas me han llamado, alarmados, para
comentarme la noticia aparecida en el Diario Vasco (11/02/15), relacionada con
el refuerzo que ha utilizado el entrenador de la Real Sociedad de Fútbol SAD, el escocés D. Moyes, ya que al finalizar el mismo le ha
entregado al equipo ganador de los
“partidillos” una caja de bombones.
Entiendo que no deja de ser una cosa
anecdótica, sin relación con la falta de activación e intensidad continuada que
se ha detectado a lo largo de los partidos, lo que les genera irregularidad en
el juego. Este deficit competitivo
recurrente, se encuentra relacionado con aspectos endógenos y específicos pertenecientes
a la motivación autodeterminada y a la fuerza mental lo que,
evidentemente, se orienta en la dirección
contraria al refuerzo externo utilizado.
Sin embargo, según el artículo, lo que se
buscaba eran “los goles perdidos” reforzando extrínsecamente a los jugadores
más certeros. Pero, para concretar en goles las ocasiones generadas, se hace
necesario entrenar sobre todo la anticipación y la toma de decisiones rápidas,
aspectos relacionados con las funciones ejecutivas y de gran relevancia para la
optimización del potencial competitivo del equipo.