Es
lo que ha sucedido con el saltador español de longitud, Eusebio Cáceres, centro
de atención el día de las pruebas de calificación, en el Cto. del Mundo de la
IAAF 20013 en Moscú, siendo el mejor de los participantes con un salto de
8,25m.
Los
comentarios de sus entrenadores y de los miembros del equipo técnico de la
federación, publicadas en diferentes medios de comunicación, El País, El Mundo,
El Diario Vasco (16/08/13), entre otros, daban por hecho que el excelente
saltador conseguiría una medalla y sólo faltaba conocer el metal: oro, plata
o bronce. Sin embargo, el cuarto puesto alcanzado en la final, nos recuerda
que, en el alto rendimiento hay
cosas que no se deben olvidar cuando se hacen pronósticos resultadistas.
En
primer lugar, la gestión de las emociones presentes durante la competición, porque no se pueden controlar en su
totalidad y escapan al control del deportista. En este caso, la regularidad y
la distancia de los saltos nos indican que el deportista las gestionó adecuadamente,
dado que realizó tres saltos de 8,20m. o más, pero no fueron suficientes.
En
segundo lugar, olvidarse de que el mundo de los resultados pertenece a un
modelo probabilístico, en donde la incertidumbre y el azar son parte importante
de los mismos, por lo tanto, también hay elementos que el deportista no
controla. Y, en
tercer lugar, que la actuación de los adversarios también escapa al control del
deportista, sobre todo en los deportes individuales en los que no hay
interacción entre ellos.
A
pesar de esto, los comentarios de los mismos técnicos aparecidos después de la
competición continuan en la misma dirección, con interpretaciones erróneas,
basadas en creencias, y muy alejadas de lo que aporta y evidencia el
conocimiento en el alto rendimiento: “La próxima vez, volverá con un metal, sin
duda”. “El estrés invisible, que ha caido sobre él en las últimas 48h. que todos vivimos con cierta
urgencia para ver llegar , tocar ya la anhelada medalla”. Centrarse en la mejora y en las cosas que dependen del deportista, es el mejor antídoto para que no se vuelva a repetir el mismo hecho.