A
raiz de los desagradables y violentos incidentes generados tras el partido de
la Supercopa de España ente el Barcelona C. F. y el Real Madrid, se hablaba de la negativa influencia que han
tenido para la imagen del
presidente del club madridista, como guardián del señorio y patrón de la
excelencia.
La
cobarde y alevosa agresión (El
País 19/08/11) del entrenador del Real Madrid, J. Mourinho, al segundo entrenador del C.F. Barcleona, T.
Vilanova, echa por tierra el discurso verbalizado y prevalece el impacto de los
hechos visionados. Semejante acción de lider pandillero, cobarde y matón de
barrio, de “lanzar la piedra y esconder la mano “ refleja el envilecimiento de la institución
madridista, a la vista del universo.
La
excesiva motivación hacia el rendimiento del entrenador madridista, “el éxito
se basa en ser mejor que los demás”,
genera un clima motivacional excesivamente centrado en el resultado, en
donde lo único que importa es ganar,
lo que provoca un comportamiento agesivo y violento hacia el adversario,
sobre todo cuando no se consigue dicho objetivo.
En
realidad esto es lo que ha sucedido: Que al verse superados por el equipo
contrario y cuando el partido ya estaba perdido se han producido las dos alevosas agresiones que
desencadenaron la tangana (pelea) final: la del defensa madridista al
delantero barcelonista y la del entrenador del R. Madrid al segundo entrenador del C. F. Barcelona.
El mejor antídoto contra este tipo de conductas es el clima motivacional centrado en la maestría, en el que el éxito se consigue a través de la mejora continua y del trabajo duro, se centra en las tareas, en aquellas cosas que están bajo el control del deportista y utiliza fuentes de valoración autorreferentes. En esta atmósfera motivacional no hay lugar para la violencia ni para las trampas.
El mejor antídoto contra este tipo de conductas es el clima motivacional centrado en la maestría, en el que el éxito se consigue a través de la mejora continua y del trabajo duro, se centra en las tareas, en aquellas cosas que están bajo el control del deportista y utiliza fuentes de valoración autorreferentes. En esta atmósfera motivacional no hay lugar para la violencia ni para las trampas.