A veces los entrenadores de futbol no encuentran un discurso satisfactorio que les permita desarrollar su cometido de forma gratificante. Un buen ejemplo de ello son los comentarios aparecidos en prensa (El País 26/10/08). En uno de ellos el entrenador J. Caparrós, a la pregunta sobre la presión responde ¿Presión? “la tenía cuando, tras trabajar, hacia 700km diarios para entrenar”. Los malos resultados pueden dar rabia, pero no me genera presión y continúa, “me gusta tanto el fútbol que disfruto incluso en la situación actual” (el equipo se encuentra en zona de descenso). En el otro, aparecen los comentarios del entrenador K. Dalglish cuando presentó su dimisión en el Liverpool en el año 1991: “La presión el día de un partido me hace explotar la cabeza y así no puedo seguir”. Es evidente que la diferente interpretación de estas dos versiones de manejar la presión se origina en el estilo de afrontamiento de cada uno de los dos entrenadores. En el primer caso aborda desde el disfrute y la satisfacción, mientras que en el segundo se vive como si fuera una pesadilla, con exceso temor y anticipando un resultado negativo.
domingo, 26 de octubre de 2008
miércoles, 1 de octubre de 2008
gestionar mejor las emociones
Ultimamente he leido en prensa (DV 29/09/08) declaraciones de entrenadores en las que se hace referencia a la adecuada gestión de las emociones para tomar correctas decisiones. Quizás se estén refiriendo a elementos atencionales o motivacionales, porque en todos los casos lo relacionan con aspectos de “locus de control externo” o de ansiedad frente a los posibles errores. Por eso, más que gestionar las emociones deberíamos de conocer y de utilizar el sistema de autorregulación, en el que confluyen aspectos emocionales, cognitivos y comportamentales de forma integral, verdadero garante de la optimización del rendimiento competitivo. Por cierto, algo que también es entrenable y mejorable.
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