En la última publicación realizada por el
neuro-científico catalán J. Fuster, Cerebro y Libertad (Ariel, 2015), se mencionaba las posibilidades que
actualmente tenemos para entender las relaciones entre el pasado y el futuro, a
través de las últimas investigaciones realizadas sobre la memoria de trabajo.
En este sentido, la memoria nos permite retener
el significado especial de lo vivido, la esencia de lo ocurrido pero, al mismo
tiempo, es vulnerable a las circunstancias y al detalle de lo ocurrido. Por
eso, entre otras cosas, es importante realizar una autovaloración POST
competición, en la que reflejemos los detalles y las circunstancias más
importantes, con el fin de
recuperarlas para el siguiente partido.
También se señala que “no somos libres para
cambiar el pasado pero sí lo somos para escoger partes del mismo que nos
permitan tomar decisiones en el futuro”. Una acción escogida no sólo se basa en
experiencias anteriores, si no que también engendra experiencias nuevas para
optimizar las decisiones futuras, es decir, construir el futuro imaginario
dando soluciones a cada nueva situación planteada. Y lo más importante, que las evidencias sobre el desarrollo de las funciones ejecutivas nos permiten
afirmar que esto es entrenable.