Es el comentario que hizo el patinador madrileño, Javier Fernández, una
vez terminada su intervención en el programa corto al diario Marca (15/02/14),
durante los JJOO-14 en Sochi. Aunque se lo tomó bien, como una oportunidad para mejorar, no deja de
ser curioso que le sucediera lo mismo que a la corredora catalana de Snowboard, Queralt Castelet, en su
prueba de Half-Pipe. En ambos casos cambiaron parte de lo que llevaban
preparado para actuar, es decir,
en el caso del patinador cambió el ejercicio y en el caso de la
corredora cambio la línea de entrada al salto para hacer una recepción más
segura.
Como hemos comentado en numerosas ocasiones, para cambiar una acción del
plan de competición debieran existir poderosas razones que nos lleven a hacer dicho cambio. Sólo las sensaciones que sentimos durante la prueba no debería de
ser un motivo suficiente para cambiar, porque la presión suele estar presente en esos
casos, juega malas pasadas y la toma de decisiones rápida pone las trampas para cometer errores.
En la alta competición no hay “errores tontos” o tonterias; es una cosa
que la preparación mental ayuda a entenderlo. El hecho de considerar una determinada acción como una tonteria o un error tonto supone
que se podía haber evitado, en otras palabras, es un indicador de deficiencia en la preparación del deportista; pero quienes no dan importancia al entrenamiento
mental se consolan pensado de esa manera. Lo que ocurre es que, en estos casos,
se paga el precio más alto que se puede pagar: una medalla olímpica.