Es una reflexión que permite abordar
la incertidumbre que pudiera generar el desconocimiento sobre lo que
ocurrirá bien en la próxima
competición, a lo largo de una temporada, o a lo largo de un ciclo olímpico.
Asimismo, el
hecho de saber que podemos contribuir
en el presente para que nos sea más favorable, también es un elemento
que aporta optimismo sobre su resolución. Esto supone que “podemos hacer cosas
y dedicar tiempo y esfuerzo a
mejorar nuestro potencial para aumentar las posibilidades de éxito del mañana”.
Es a lo que hay que prestar
atención, a lo que se pueda hacer
antes de que sucedan las cosas.
En este sentido, la satisfacción anticipada por lo que se
pretende conseguir, junto la máxima
confianza sobre lo que soy capaz de hacer y el hecho de aceptar que
desconocemos nuestros límites, son los aliados más importantes que podemos disponer para afrontar dichas
demandas y, además, están bajo nuestro control. Es entonces cuando nos invade
una excitante y placentérea sensación, que nos acompaña a lo largo del camino y
nos conduce al exitoso encuentro
con él. Y de lo demás, desear que la suerte necesaria sea favorable.